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Filipa: la niña de la casa

  • Foto del escritor: Daniela Racines
    Daniela Racines
  • 9 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

Filipa ha sido realmente un reto en nuestras vidas. Bigou ya estaba acostumbrado y educado en casa, Fito Fidel... bueno, él es un gato, él hace lo que quiere, pero, de todas formas, ya estábamos muy cómodos los 4.

Filipa llegó de aproximadamente de 9 meses de edad, con toda esa energía maravillosa que tienen los cachorros, pero también con un síndrome de apego a los humanos terrible. En casa se rompió la tubería y vivimos donde mi mamá todo ese tiempo (diciembre). Las primeras semanas lloraba y aullaba el día entero (y la noche también) porque quería estar siempre acompañada de uno de nosotros. En el patio tenía con quién jugar. Fermín y Bigou estaban siempre con ella, pero no le bastaba. Tuvimos varias quejas de los vecinos porque pasaba 7, de las 8 horas que trabajo, llorando y aullando.

No voy a mentir si les digo que cada día que pasaba me preguntaba si era realmente la mejor decisión que habíamos tomado. ​

Pero Filipa mejoró en su comportamiento durante ese mes; sin embargo, cuando llegó la hora de irnos a nuestra casa, nos tocó empezar de cero y enseñarle una nueva rutina:

- Nos levantamos muy temprano en las mañanas.

- Bernardo los saca a hacer pipí y popó en el patio.

- Desayunan en casa.

- Los dejamos en la casa de mi mamá.

- Los retiramos de la casa de mamá en la tarde.

- Salimos en la tarde/noche a pasear, junto con Fito.

Los 4 primeros días, Filipa no quería quedarse en el patio mientras Bernardo y yo vamos al trabajo, pero al final se acostumbró. Aún ladra y hace un sonido muy peculiar cuando nos escucha llegar en las tardes, pero se le pasa cuando la subimos al carro.

Como les dije al inicio de esta publicación, ella sigue siendo un reto, todos los días, pero ha sido uno de los retos más lindos que hemos tenido como familia. Fito la adora, y ella a él. Bigou dejó de jugar con Fito y pasó a ser el hermano mayor que no se junta con los menores, aunque al menos una vez al día juega con ella.

Fito Fidel y Filipa jugando en la sala

Filipa llora cuando nos ve, ladra cuando ve su comida, se da vueltas como una pirueta a cuerda, salta y muchas veces hace que toda la comida se desparrame en el suelo, se adueña de todos los juguetes (y de la cama favorita) de Bigou, se come la comida de Fito. Se hizo muchas veces pipí y popó en nuestro comedor, se comió todas las uvillas verdes de la mata del jardín de mis abuelos, dañó muchos adornos y cosas que encontró de mi abuela, pero también nos enseñó que las apariencias engañan. Parece una "demonia", pero ella es la perra más dulce, más juguetona, más fiel y más loca que he conocido. La amamos tal y como es, no cambiaríamos nada de su personalidad, aunque, entre nos, nos saca de quicio varias veces al día.

Todos en nuestra cama

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Periodista y ecóloga. Amante de los animales y de la naturaleza. 

Adicta a los libros y a las redes sociales. 

Email: daniracines@gmail.com

Instagram: @danielaracines

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